Yo no creo en las casualidades.
Pero casualmente, después del tentempié de ideas que fueron atraídas por esa bendita nota, casualmente sonó el teléfono. Y da la puta casualidad, que sin que nadie lo llame a aparecer; se presentó el histérico y enamorado con el que estuve aquella casul noche en la disco bailable.
Por esas casualidades de la vida, terminamos tomando un casual café.
Las casualidades, luego que dejan de ser casuales, pasan a ser causales. Si causales, consecuencias de actos que previos minutos antes fueron una casualidad inesperada. ¿Retorcido? Sí.
Así se manejó este día en mi vida. Nació de esa casual llamado insospechable. Muy insospechable diría. Y casualmente terminé revolcándome nuevamente con este completo extraño que rezaba palabras incondicionales de amor aún no habiendo pronunciado bien mi nombre, y yo sin siquiera recordando con que letra comenzaba el suyo.
Que fracasada de cuarta. Terminé ahogando las penas con un sexo barato y mediocre. Sí, admitámoslo, vivo comparando todo hombre que atraviesa mis sábanas con mi Ignacio (bueno... teórica, y también practicamente no es mio). Vayamos a la realidad... cuándo uno se conecte con otra persona más allá de lo físico, cuándo uno siente al otro, suena cursi; pero cuando sentís que sos UNO SOLO con el otro las comparaciones que puedas llegar a hacer con ajenos, son prácticamente innecesarias. Cuando uno se acostumbra al calor y al olor de una piel, a un aroma en particular, a gestos y movimientos, a reacciones, a caricias; el resto deja de tener importancia. Eso es inexpliclable, y ningún chongo de turno va a poder siquiera llegarle a los talones si no se digna a cambiar su posición "de turno" y se interesa en algo más que no solo sea satisfacer sus necesidades.
Bien, ahora tengo a un escandaloso hombre que parece no haber entendido el concepto de "no me llames, no me interesa". Y da la casualidad que la que les habla tampoco entendió ese mismo concepto, dado a que fue de su boca de donde salió aquella inmaculada frase.
Quedó en el olvido, ahora tengo que lidiar con dos problemas. Con un estorbo, y con mi dispersada mente que no deja de releer en voz baja esa estúpida cartita que me tiene con los pelos de punta. Esto es una crisis. No toqué fondo. No se que es eso, siento que sigo cavando el pozo y algún día llegaré a la China para seguir cavándolo y volver justo al lado del hoyo contiguo. Mirarlo y asombrarme de la masacre realizada. Concentrarme en... la pala, más tierra y el incansable deseo de convertir mi vida en queso gruyer.
Una vida con incansables huecos sin cerrar. Creo que es hora de retomar la terapia. Tanto agujero va a terminar derrumbando mi esquema o en defecto tirando abajo mi perfecto yenga