Increíble, pero cierto. Desnuda me siento, presa de una incertidumbre que me domina.
Un centenar de lágrimas desbordan mis ojos, y caen desde ellos hasta fundirse en la tinta de aquel inesperado papel. Atónita, leo y releo el corto texto. No entiendo como funcona tu mente, siempre creí que te comprendía. Pero con sutileza recuerdo tu lado sorpresa.
Quién diría que te transformarías en la suerte de la Caja de Pandora, donde todo vuelve, nuevos caminos fluyen, nuevas ideas transitas, viejos amaneceres se enconden y millones de historias se cierran.
Quisiera que este humilde papel nunca hubuese llegado a mi buzón, que nunca hubiesemos amado con tanta pasión, que nunca hubiesemos reido y llorao juntos. Pero no puedo cambiar el pasado, solo puedo hacer algo por mi presente. Releo las palabras y no encuentro el punto de inflexión donde tu visión volvió a unir tu camino con el mio.
¿Qué hago? ¿Te escribi? ¿Te ignoro? ¿Te rechazo?¿Te amo? Sí, claro que te amo, como no hacerlo después de tanto que pasamos.
Mi mente carbura a mil por hora, recuerdos sobrepasan mi memoria y no se si salir disparada por la ventana que da al ventanal de tu balcón, tirarme en la cama y despertarme en un milenio, o hacer algo por tus efervecentes palabras.
Mis impulsos dicen que corra a buscarte con los brazos abiertos, pero mi moral dice que es demasiado tarde. Por otro lado, él fue quién terminó las cosas y yo la que se equivocó... Será esta una muestard de perdón, una mínima hazaña por recuperarme, un intento por mantener viva su presencia, una ilusión pasajera de seguir creyendo que somos uno?
Cualquiera de ellas sean las intenciones de este pequeño caballero, yo las desconozco. A tal punto que tengo una mAraña de ideas que revoloten mi cabeza. Una pastilla pAra dormir, una cama, la oScuridad de mi pieza y la esperanza de tener un sueño revelador, será mi salvación.
Todo esto, si dentro de 50 minutos, no suena el teléfono... con el llamado menos buscado del año.